Nacida en una tierra devastada y huérfana a una temprana edad, Kuvira estaría condenada a una vida de miseria si no fuese por la benevolencia de la presidenta de Kratoi, quién la acabaría adoptando como una hija. Años después, Kuvira decide volver a su empobrecida tierra, ahora no como una niña asustada sino como una joven líder decida a crear una nación mejor.
Kuvira es una prodigio única en su generación. Su gran dominio de estrategia militar y su innato carisma la convierten en una leyenda en el campo de batalla, inspirando la adoración de sus tropas y el miedo en sus enemigos. Esto, combinado además con su gran talento de elementalismo de metal, la convierte en una líder nata y destinada a cambiar el rumbo de la historia.
Kuvira tiene un cierto magnetismo personal que le permite fácilmente llegar a posiciones de liderazgo y comandar a un gran número de personas. Es capaz de tomar decisiones difíciles cuando llega el momento y no vacila en sacrificar a los que tiene cerca para conseguir un bien mayor. Su inmenso talento también es su gran debilidad, ya que Kuvira se ve a sí misma como superior a los demás y no tolera la disidencia, incluyendo la de sus consejeros más cercanos. Esta forma orgullosa e inflexible de actuar acabarían costándole su imperio y su vida.
Nacida en el poblado de Rakhov en Mazarin a unos campesinos sin tierras, Kuvira pasó sus primeros años en la más profunda miseria. Sus padres, buscando una mejor vida para ella, gastaron sus últimos ahorros en contratar a un mercenario para que la llevase a Kratoi. Kuvira no quiso separarse de sus padres y huyó de vuelta a su pueblo, sólo para ver como su cruel señor feudal ejecutaba a sus padres. Traumatizada por este evento, Kuvira huye a las montañas donde casi se muere si no fuese por un encuentro afortunado con la Encarnada Yara. Este encuentro sería el principio de una compleja relación que culminaría con un duelo que decidiría el destino de una guerra.
Gracias a la ayuda de Yara, Kuvira logró cruzar la frontera a Kratoi. Vagó sin rumbo por esta tierra desconocida, viajando de ciudad en cuidad buscando cobijo. Fue el destino quien intervino por segunda vez para que la presidenta de Kratoi la encontrase en la puerta de su casa y en un acto de caridad la adoptase como si fuese su hija. En el hogar de su nueva familia finalmente tuvo una vida próspera y segura, pero el miedo constante que sentía de ser rechazada la impulsó a esforzarse al máximo para ser la hija perfecta y no mostrar nunca ninguna debilidad.
Pasaron los años y Kuvira se ganó rápidamente la reputación de una líder y maestra elementalista. Su talento rápidamente ganó el interés del ejército de Kratoi y se le ofrecieron varios puestos importantes, pero Kuvira prefirió empezar desde lo más bajo para así poder ascender por mérito propio. Estas acciones, junto con su fuerte sentido de justicia y deseo de cambiar el mundo, pronosticaron un brillante futuro para la joven Kuvira y el potencial de hacer grandes cosas.
Kuvira no tuvo que esperar mucho hasta que el destino actuase de nuevo. La presidenta de Kratoi viajó a la ciudad de Klonum a causa de la muerte de su líder, el legendario héroe Kajin. Este aparentemente pacífico viaje fue interrumpido por un acto terrorista de la Senda de Armonía, y Kuvira terminó involucrada en una serie de eventos que culminarían con su reencuentro con Yara y el cumplimiento de la promesa que hizo con ella hace tantos años. Pero Yara no era cualquier persona, sino la reencarnación del mítico héroe Oberon y héroe de Klonum, una leyenda cuyo camino se entrelazaría con Kuvira y juntas cambiarían el mundo para siempre.
Kuvira permaneció un tiempo en Klonum, buscando conocer mejor a Yara y conseguir su amistad. Las dos acabarían escapando juntas de Klonum junto con Volo e Iwan a causa de la aparición del nuevo Amatatsu, el cual amenazó con destituir a Yara como guardiana de Klonum. Aprovechándose de la situación, Kuvira convenció al grupo para viajar a Mazarin y así poder arreglar su nación y mejorar el mundo. Mientras viajaban a su tierra natal, Kuvira se ganó la rivalidad amistosa de Yara, la admiración de Volo y las sospechas de Iwan. Finalmente llegaron a Rakhov, donde Kuvira provocó un alzamiento popular y destituyó al señor feudal que gobernaba el poblado, vengando así a sus padres verdaderos. Aquí chocaron por primera vez las personalidades de Yara y Kuvira, ya que Yara no estuvo de acuerdo con la muerte y destrucción que Kuvira había causado para la venganza, dándole el aviso de que “quién a hierro mata, a hierro muere”. El grupo se dividió después de este evento, con Yara e Iwan volviendo a Klonum y Volo quedándose con ella. Este sería el final de la amistad de Yara y Kuvira, además de un aviso del oscuro porvenir.
Una tormenta de proporciones inimaginables se avecinó en Mazarin. La revolución carmesí de Klonum inspiró a los mazarinos más pobres a rebelarse contra la tiranía de las clases privilegiadas. En respuesta a ello el rey de Mazarin convocó a los Estados Generales para lograr una solución, pero la codicia de la alta nobleza impidió un acuerdo. Un ataque terrorista en el edificio de las cortes repentinamente hundió el lugar en el caos, provocando que el rey y su familia intentasen huir a un lugar seguro para protegerse. Este fue el momento óptimo para que Kuvira cambiase el rumbo de la historia y lograse la salvación de Mazarin después de un siglo de humillaciones. Será esta joven elementalista de metal quién encontraría la guarida del rey y se aprovecharía de este momento para acabar con una dinastía milenaria.
Después del asesinato del rey y su familia, los nobles más poderosos se enfrentaron por el trono mazarino, iniciando una cruenta guerra de sucesión. Kuvira viajó de vuelta a Kratoi e inspiró a sus compañeros del ejército a que la acompañen a Mazarin para conseguir la grandeza. Con tan sólo una compañía de soldados, Kuvira logró tomar territorios del sur de Mazarín, doblegando a los señores de guerra locales con sus brillantes estrategias militares y su superioridad tecnológica. Kuvira fue una inspiración para los mazarinos más pobres, ya que en sus territorios liberó a los siervos y les ofreció un puesto en su ejército a cambio de ayudarla a unificar Mazarin. Con estas tácticas, Kuvira se convirtió en una potencia formidable en su nación, pero su trabajo aún no estaba concluido.
El obstáculo más grande que permanecía entre Kuvira y la unificación completa de Mazarin era el general Grozny, un militar mazarino y pretendiente al trono. Grozny logró vencer a los revolucionarios y a otros pretendientes más débiles, y lo único que le quedaba para consolidar el trono era ella. Para vencer a Grozny, Kuvira lo desafió a un duelo por el control de Mazarin, y el perdedor de este debía capitular al ganador. Grozny subestimó gravemente a Kuvira, pensando que una joven mujer como ella nunca podría ganarle en el campo de batalla. Este fue su gran error, y al finalizar el duelo Kuvira pasó a controlar la mayoría de la nación y la capital. Con Mazarin unida bajo una única líder, Kuvira tomó el título de Gran Unificadora y toda la nación celebró su victoria.
Kuvira se había convertido en heroína de su nación, pero su triunfante victoria también le ganó poderosos enemigos que deseaban su final. Sin saberlo, había interferido en los planes del Pacto, una organización secreta que controlaba el reino de Mazarin desde las sombras. Mientras Kuvira celebraba su victoria delante de una jubilosa muchedumbre, un asesino del Pacto esperaba oculto hasta un momento óptimo. En el medio de su discurso, un ruido atronador se escuchó en la plaza. Kuvira había caído, abatida por un francotirador.
Mortalmente herida, Kuvira había sido llevada un hospital cercano y sus lealistas esperaban impacientemente que se recuperase. En la hora más oscura, un misterioso extranjero llegó, exigiendo ver a Kuvira. Ese extranjero le ofreció un trato: aceptar la posesión de su oscuro patrón a cambio de salvar su vida. Kuvira, incapaz de aceptar la muerte antes de cumplir su sueño, aceptó el trato sin vacilar. Este trato salvó su vida, pero su alma sería permanente marcada por este evento.
Su roce con la muerte impactó gravemente a Kuvira, volviéndola más fría y paranoica. Su primera orden fue formar una policía secreta llamada los Kempetai a partir de sus seguidores más fieles. Los Kempetai iniciaron una purga de todos los posibles traidores y disidentes en la capital, enviándolos a oscuros campos de reeducación para forzar su lealtad a la Gran Unificadora. Su madre adoptiva, horrorizada por los actos tiránicos de Kuvira, exigió tener una audiencia con ella en un desesperado intento de conseguir que abandonase el poder. Kuvira intentó convencerla de que sus acciones eran justas, pero en un momento de debilidad vio como su propia madre adoptiva intentó apuñalarla por la espalda. La intervención de Oriox logró salvarla por segunda vez, pero esta vil traición había marcado a Kuvira. Ya nunca podía mostrar debilidad, y todo aquel que cuestionase sus acciones estaba conspirando contra ella. El Imperio de Mazarin había nacido, y todas las naciones del Continente conocerían a la Gran Unificadora.
En sólo cinco años de gobierno, Kuvira había reformado completamente a su nación. El ejército de Mazarin, el orgullo de su Imperio, numeraba los cientos de miles de soldados. Poderosos magos e ingenieros en su Imperio colaboraron para construir invencibles máquinas de guerra. La propaganda de Mazarin recordaba al pueblo de la fuerza de su líder, elevándola al nivel de una diosa. La guerra era una certeza, y era el momento de ajustar cuentas con los antiguos enemigos de Mazarin,
Kuvira no tuvo que esperar mucho para una oportunidad de probar su gran ejército. Ustilus, rival ancestral de Mazarin, invadió Kratoi con la excusa de proteger a los ciudadanos ustileses que habitaban en él. Kuvira, afirmando que estaba actuando para defender a su nación vecina, ocupó militarmente a Kratoi y venció a Ustilus en el campo de batalla. Entre los prisioneros de guerra ustileses se encontraba Crassus, y al desubrirlo Kuvira decidió ejecutar a su hermano adoptivo personalmente. Opal, siempre la más tímida de su familia, desafió a la Gran Unificadora para salvar la vida de su hermano. Kuvira aceptó, pero Opal fue inmediatamente arrestada por los Kempetai y enviada a un campo de reeducación. Esta cruel acción acabaría alienando a algunos de sus aliados y endureciendo su corazón.
Después de tomar Kratoi, Kuvira preparó una gran invasión de Ustilus, liderando ella misma a su ejército y logrando increíbles victorias. Mientras avanzaba con su ejército se cruzó inesperadamente con Yara, la cual exigió a Kuvira que detuviese su alocada guerra antes que sea demasiado tarde. Animada por el espíritu oscuro que habitaba dentro de ella, Kuvira retó a la mismísima Avatar a un duelo hasta la muerte. Incapaz de atacar a su antigua amiga, Yara no luchó al máximo y Kuvira logró herirla gravemente. Fue en este momento cuando su siempre fiel seguidor Volo la traicionó, ayudando a Yara a escapar. Kuvira no olvidaría esto y puso un gran precio en las cabezas de Volo y Yara. Impulsado por esta recompensa y buscando el favor de la Gran Unificadora, el general Baatar persiguió a Yara hasta la Alianza del Bosque y atacó Homay, una ciudad neutral dónde ella se refugiaba. Esta temeraria acción provocó a la Alianza Shinri y causó que esta nación declarase la guerra a Kuvira. Ahora, la Gran Unificadora tenía al mundo entero en su contra.
La Gran Unificadora se había convertido en enemiga de todos. Ustilus usó tácticas de tierra quemada para debilitar al ejército invasor de Kuvira. En los demás frentes la guerra era catastrófica: Kuvira perdió varias batallas en Iskaria y la Alianza Shinri armó tecnológicamente a todos los enemigos de Kuvira, abriendo frentes adicionales en los Reinos Libres y el Bosque Élfico. Para hacer la situación aún más desastrosa, el misterioso héroe Moon instigó al pueblo de Kratoi en una rebelión para recuperar su democracia e independencia. Baatar, su más fiel general, había sido capturado y Yara había reaparecido más fuerte que antes. A Kuvira sólo le quedaba una última baza.
Los generales del Imperio conspiraron en secreto destituir a Kuvira e intentar conseguir un tratado de paz con las demás naciones, pero los Kempetai lo descubrieron y Kuvira purgó a su alto mando, anunciando que lucharía esta guerra hasta su muerte. La Convergencia Armónica estaba llegando, y durante ese día Kuvira y Yara llegarían a tener poder semidivino como avatares de Shade y Armonía respectivamente. Este duelo decidiría el final de la guerra.
Kuvira luchó con todas sus fuerzas, conociendo ya que aunque cayese, se llevaría a todos sus enemigos con ella. Yara intervino para detenerla y un mítico enfrentamiento se libró sobre la asediada capital de Mazarin. En un instante de distracción, Kuvira fue impactada por un relámpago de Yara, perdiendo la concentración y cayendo al suelo. Empalada por uno de los trozos de metal que había usado en la batalla, Kuvira empezó a desangrarse lentamente hasta que Yara le dio un golpe de gracia, acabando con ella de una manera rápida y sin dolor. La Gran Unificadora había caído.
Kuvira había muerto en esa batalla, pero a causa de su pacto con Shade la muerte no era su final. Reencarnando en otro cuerpo, Oriox la buscaría y desde un lugar oculto la entrenaría para que algún día recuperase su puesto. Sus Kempetai, siempre leales a ella más allá de su muerte, manipulan eventos en Mazarin esperando su glorioso retorno. Entonces, Mazarin renacerá.