Astutos y engañosos los tapeties regatearan con cualquiera que busque negociar con ellos hasta el último Fiorin de cobre, empleando sus muchas frases ya practicadas y sus abundantes trucos escondidos bajo sus mangas. Pese a ello, toda nación importante que se precie del continente tiene al menos una o dos líneas de comercio dirigidas a Tash-tapet, ya que aunque con toda certeza al negociar con ellos cualquiera podría decir que ellos siempre saldrán ganando, su neutralidad y su buena capacidad para conseguir todo aquello que se les solicita los ha convertido en un servicio casi imprescindible para cualquiera que quiera mantenerse en la cima, ya sea de formas licitas o menos convencionales, ya que al contrario que sus vecinos el dinero nunca juzga al comprador.
Sus inicios se remontan ni mas ni menos que al declive del gran imperio, cuando este comenzó a fragmentarse y sumirse en conflictos internos por la creciente decadencia. Los por en aquel entonces aún habitantes del imperio, decididos a no compartir su ruina, se juntaron, partiendo hacia nuevas tierras lejanas donde poder comenzar de cero con nada mas que la creencia de que con su ingenio y perseverancia lograrían reconstruir el estatus y las propiedades que una vez tuvieron.
Tras viajar hasta que el mar cortó su camino terminaron llegando a unos territorios completamente inhabitatos, pero con restos de civilización. Allí, aprovechando los restos de aquellos antiguos habitantes, decidirían establecerse para comenzar con su labor como comerciantes, como ya lo habían sido en sus tiempos como gente del gran imperio. Con el tiempo descubrirían ricos yacimientos de oro, con los que comenzarían a financiar la construcción de su ciudad capital y la contratación de piratas, que con el tiempo y el regateo adecuados terminarían por convertirse en la flota mercenaria de la que en un futuro el país se sentiría tan orgulloso.
Sin embargo el oro palidecería ante lo que aún estaban por encontrar, y cuando uno de sus trabajadores cavó lo suficientemente profundo todos los habitantes enmudecieron. Mas allá de la tierra y la piedra una gran fortaleza subterránea había sido erigida, habitada por misteriosas criaturas de gran conocimiento que mas tarde se revelarían como Urlok. Tras entablar los primeros contactos con ellos y limar las asperezas por ocupar lo que una vez fue su hogar, los tapetiese descubrieron que donde se habían estado asentado y mas allá fue una vez propiedad de los habitantes subterráneos, quienes se vieron obligados a abandonar la superficie para evitar ser exterminados. Con ello los mercaderes les ofrecerían un trato a los Urlok, en el que ellos se encargarían de proveerles con todo los recursos que pudieran necesitar de la superficie a cambio de conseguir una parte de las riquezas que extraían de las profundidades de la tierra, sellando con ese pacto su destino como uno de los países mas ricos del continente.
Los tapeties son un pueblo de comerciantes, y como tal son gente de mente abierta que nunca hará ascos a un posible comprador o mercancía si es que hay una gran oportunidad de negocio involucrada. Debido a eso es bastante común para la gente que ha nacido en el país decir que poseen un instinto, como un sexto sentido en alguna parte profunda de su ser que les indica cuando, pese a lo extraño de la situación, vale la pena escuchar a quien ha ido a visitarles.
Entre sus creencias destaca sobre las demás su compromiso con el Prisdevelianismo, que fue una fe que sus antepasados crearon combinando el feynismo, la religión de los Urlok y los susurros de entidades que dejaron caer partes de su conocimiento con tal de satisfacer un poco de su codicia, como Chemosh o Harasydon. Pese a que la mayoría de sus vecinos se muestran escépticos al oír sobre ella, los tapeties nunca han dejado de afirmar que son estos principios básicos los que hacen al buen mercader, principios que como no podía ser de otra manera con ellos, nunca se han dignado a compartir con sus vecinos, dejando esta misteriosa religión como uno mas de los secretos que las gentes de Tash-tapet guardan como si fuesen oro.
La apariencia de los tapeties es bastante variopinta, debido principalmente a la gran cantidad de gente que migra hacia el país en busca de conseguir una vida mejor en esta tierra de riquezas, sin embargo quienes realmente pertenecen a estas tierras suelen tener ciertos rasgos que los identifican ante otros habitantes. Tienden a caracterizarse por tener pieles claras, cabello rubio y ojos que suelen variar entre el azul y el verde. Aunque cabe destacar que hay ciertos linajes mercaderes que poseen cabellos mas oscuros, de tonos castaños, así como ojos de colores ámbar, que pueden variar en su tonalidad.
Las prendas que suelen llevar tienden a ser ostentosas vestimentas dignas de la mas alta clase de cualquier imperio, normalmente marcadas por las modas que los grandes imperios de la época suelen emplear como una manera de mantener una relación de similitud y cercanía con ellos. Para ellos también suele ser común adornarse además con toda clase de complementos que demuestren su estatus, ya sean joyas, armas decorativas, etc
Los tapeties tienden a ver a sus vecinos empleando un rasero muy simple basado únicamente en perdidas y ganancias. Independientemente de la potencia con la que están tratando, estarán dispuestos a darle lo que desee si eso puede llenar sus propias arcas, mientras que se negarán a negociar con alguien incluso bajo amenaza de ser invadidos si consideran que el negocio no será capaz de satisfacerlos. Debido a eso a lo largo del tiempo se ha ido haciendo hueco en sus mentes una lista en la que sus vecinos formulan en un orden muy concreto en base a su valor, tanto cercanos como lejanos, calculando cada relación y cada riesgo a asumir como solo ellos podrían hacer.
Un gran imperio es uno con una gran cantidad de nobles y funcionarios deseosos de mostrar su poder e influencia, y por ello uno que estará deseoso de comerciar gran cantidad de riquezas con tal de seguir alimentando su propio ego, algo de lo que los tapetis son muy conscientes. Debido a eso y a la posibilidad de usarlos como escudo contra otras potencias que busquen aprovecharse de su ejercito para conseguir sus riquezas, los arshalanies son considerados unos buenos clientes a los que vale la pena mantener satisfechos, al menos mientras puedan mantener las expectativas.
Su sed de conocimientos y ansia de investigación son cosas meramente irrelevantes para cualquier tapeti siempre que no involucre una ganancia potencial, pero la posibilidad de conseguir objetos mágicos mas allá de cualquier otro que pueda encontrarse en el continente es una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar. Si bien hay que dejar márgenes ligeramente mas holgados y dependiendo del aven escuchar tediosas explicaciones sobre el funcionamiento de un objeto en cuestión, la inversión es una que definitivamente vale la pena.
Salvajes a comparación de los ciudadanos de su nación, efectivamente, pero incluso los mas salvajes necesitan armas. Y ya sea manufacturarlas o proveerles los materiales es algo que los príncipes mercaderes están dispuestos a hacer, sobre todo si pueden conseguir que un intermediario o dos les ayude a mantener la distancia de esas tierras salvajes. Sobre todo por la conveniencia de poder influir de vez en cuando en pequeñas decisiones que se toman en sus tierras para llevar la situación de la península a un punto en el que les beneficie mas a ellos.
sombríos por lo general y con un aura constante como si se les hubiese muerto un familiar cercano los hakrapenses son vistos en Tash-tapet como gente siniestra con la que hay que jugar con cuidado a la hora de negociar. Sin embargo, precisamente por ello son una buena fuente para conseguir toda clase de recursos que serían un quebradero de cabeza de obtener en cualquier otra parte del continente. Ya sean objetos hechizados con magia oscura o venenos letales capaces de matar con una gota, los hakrapenses no se inmutarán ante ningún pedido que se les haga, siendo eso algo bastante valioso para los tapeties sumado a la casi exclusividad que parecen tener al evitar casi cualquier contacto con el exterior