Imperio de Ustilus


La más grande entre las naciones de la humanidad, el Imperio de Ustilus se considera a sí mismo como el heredero del Primer Imperio y el elegido de Feyn para unificar la raza humana bajo una única bandera. Su territorio se expande desde las montañas norteñas de Kratoi hasta los eternos desiertos de Tamashkhan, abarcando una gran diversidad de pueblos y territorios unidos por la corona imperial y el credo Feynista. Cuando la era del Triumfo llegó a su conclusión el Imperio parecía invencible y destinado a dominar el mundo con la llegada profetizada de Feyn, pero la repentina desaparición del Dios de la Humanidad acabó con esas esperanzas y arrojó al Imperio a una era de incertidumbre y división.

Índice

Historia

La larga y rica historia del Imperio es una de las fuentes de orgullo de sus habitantes, quienes repiten incesantemente las heroicas gestas de sus antiguos emperadores y las numerosas intervenciones de su dios Feyn para justificar que estaban siempre destinados a la gloria. Este amor por su propia historia conduce a su vez a un fuerte revisionismo histórico ya que los emperadores ustileses prefieren ensalzar y exagerar los momentos gloriosos y ocultar los momentos oscuros y vergonzosos. No obstante, la historia generalmente aceptada y corroborada del Imperio cuenta la siguiente evolución.

Orígenes (siglo XXII-XXVI)

Las tierras que hoy en día forman el corazón del Imperio fueron hace milenios una frontera salvaje e indomada llamada el Ustal, una tierra de extensas llanuras y bosques que formaba los límites occidentales del Primer Imperio. Sus habitantes eran poco más que tribus sedentarias que veneraban a los espíritus que una vez vivieron en esa tierra. Sus únicos contactos con el exterior fueron a través de las colonias mercantiles del Primer Imperio, el cual se empezó a establecer en las costas sureñas del Ustal durante el reinado de sus últimos emperadores. Los colonos imperiales trajeron la cultura y tecnología de su patria a las tierras del Ustal, influenciando notablemente a las tribus vecinas y convirtiendo a varias de ellas a la religión Feynista.

Cuando llegó el colapso del Primer Imperio los colonos imperiales fundaron un nuevo reino en las regiones que dominaban en el Ustal para preservar sus tradiciones y cultura en un mundo que ya no les pertenecía. Esto traería la fundación del Reino de Elyon, un estado Feynista dominado por los colonos considerado como el antepasado del Imperio. Este reino expandiría notablemente su territorio en los próximos siglos e inició una larga rivalidad con el reino Feynista de Deverent, otro estado fundado por exilidados Mazarinos en las costas occidentales del Ustal. La guerra entre ambos reinos concluyó con el matrimonio entre el rey Atalio de Elyon y la reina Sairena de Deverent, el cual unificaría las dos naciones Feynistas y formaría el Reino de Ustilus.

Era dorada y tiempos de conflicto (siglos XXVI-XXXIII)

El Reino de Ustilus se convirtió en la potencia hegemónica del Ustal, trayendo una era dorada de paz y prosperidad a la región. Fue en esta época que el rey Arimio de Ustilus inició la construcción de la ciudad de Trono de Feyn, fundando una nueva capital para unificar todos los reinos Feynistas del Ustal. La era dorada llegaría a un repentino fin con la llegada de las invasiones Temash en el sur, las cuales iniciarían un siglo de guerra santa entre los Feynistas y este belicoso pueblo pagano del desierto.

La guerra santa contra los Temash pasaría a la historia como una época de grandes gestas heroicas. Fue en estos tiempos que el rey Vardel fundaría la orden de los Caballeros de Ustilus con el fin de crear una fuerza de guerreros sacros Feynistas para proteger la fe y la corona. Los caballeros protagonizaron muchas de las grandes batallas contra los Temash y tras cien años de conflicto constante los Temash fueron finalmente empujados al sur y la paz volvió al Reino. Aunque la guerra había terminado, sus estragos trajeron la ruina económica al reino y le encaminaría hacia una era de debilidad y división.

La era que siguió el final de la Guerra Santa es considerada como uno de los periodos más vergonzosos de la historia ustilesa. La corrupción se volvió endémica y Ustilus cayó bajo la influencia del Reino de Mazarín, el cual les arrebató territorio e incluso saqueó Trono de Feyn en una incursión. En esta época ocurrieron rebeliones lideradas por Caballeros de Ustilus contra la autoridad real y varias provincias se acabarían independizando bajo el liderazgo de poderosos señores feudales. Esto dejaría a Ustilus en la posición perfecta para el colapso, el cual llegará de manera súbita y sorprendente con la llegada de un nuevo enemigo desde el oeste.

La dominación Rakashita y la rebelión de Acrodio (siglos XXXIII-XXXV)

Cuando Ustilus se encontraba en su peor momento un terrible invasor emergió en las costas occidentales, conquistando rápidamente numerosos territorios ustileses e infligiendo atrocidades innombrables en la población local. Este fue el Imperio Rakashita, una temible superpotencia originaria del continente occidental de Haruya gobernada por el emperador infernal Ahrivan, un tirano inmortal con poderes casi divinos. Los ustileses estaban demasiado débiles y divididos para hacer frente a tal enemigo y acabaron todos conquistados por él, iniciando la era de dominación Rakashita.

Los tiempos de conquista Rakashita son recordados por los Ustileses como una época donde su pueblo sufrió incontables humillaciones y atrocidades por un odiado invasor. Los Rakashitas persiguieron la religión Feynista e intentaron implantar la veneración de su señor infernal Sek-Tebos. Este periodo duraría casi dos siglos hasta que una guerra civil dentro del Imperio Rakashita tras la muerte de su emperador lo dejaría en un estado suficientemente débil para que el general Feynista Acrodio iniciara una gran rebelión ustilesa. La rebelión lograría expulsar a los Rakashitas de la capital Ustilesa y traería el renacimiento del Reino Ustilés, acabando con la era oscura y encaminando a Ustilus hacia su estado hegemónico actual.

El auge del Imperio (siglos XXXV-XL)

La rebelión de Acrodio es el momento de mayor orgullo en la historia ustilesa que serviría como el mito fundador del Imperio. Después que Acrodio expulsara a buena parte de las fuerzas Rakashitas se nombraría a sí mismo como emperador de Ustilus, fundando así el Imperio Ustilés. Antes de su muerte cuenta la leyenda que el emperador recibió una serie de visiones de parte de Feyn que le revelaron grandes verdades sobre hechos futuros. El Dios de la Humanidad le anunció que la nación que fundó se convertiría en el digno heredero del Primer Imperio y que él mismo volvería al plano material en el cuarto milenio tras su ascensión, trayendo entonces una era dorada sin igual en la historia mundial.

Las profecías de Acrodio inspirarían la ideología imperialista de Ustilus, el cual se consideró como la nación elegida de Feyn para unificar la raza humana bajo una única bandera y religión. Los hijos de Acrodio continuarían sus conquistas, dominando de nuevo todo el Ustal y recuperando territorios tanto en el norte como el sur que una vez pertenecieron al Reino de Ustilus. La orden de Caballeros de Ustilus se refundó y creció notablemente su poder e influencia con cada conquista, liderando ejércitos ustileses contra los enemigos del Imperio.

Durante este periodo de auge Ustilus iniciaría una larga y cruenta rivalidad con los imperios rivales de Mazarín y Arshalán, quienes disputaron su posición como potencia hegemónica del continente. Esta disputa se extendería a lo largo de los cinco siglos que duraría la Era del Triunfo hasta que finalmente Ustilus se alzó como potencia dominante bajo el reinado del emperador Variago el Cruel, quien logró duplicar los territorios del imperio a base de numerosas conquistas renombradas por su violencia y brutalidad.

Aunque Variago era conocido por su forma de gobernar absolutista y despiadada, su hijo Lisandro careció de estas tendencias y fue un monarca mucho más débil y conciliador. Bajo su largo reinado Ustilus conoció de nuevo la paz e inició un periodo de crecimiento económico, estableciéndose como la nación más rica del continente. Hoy en día Ustilus se mantiene como gran potencia del continente y gobierna sobre cientos de millones de almas, pero su reinado basado en la dominación y la superioridad de la raza humana y el credo feynista le ha dado numerosos enemigos tanto externos como internos.

Todos estos problemas se olvidaron en los años cercanos al retorno profetizado de Feyn, creyendo ingenuamente que la llegada de su dios convertiría a Ustilus en el paraíso terrenal. Pero todos estos sueños fueron en vano. La desaparición repentina y sin explicaciones de Feyn arrojaría a Ustilus a una época de incertidumbre donde todos los problemas que el imperio intentó reprimir e ignorar resurgirían para traer su destrucción.

Gobierno

El Imperio de Ustilus a primera vista se asemeja a una monarquía absoluta liderada por un emperador con derecho divino para gobernar. Aunque así operaba en sus inicios, la llegada al trono de emperadores débiles acabaría reforzando la influencia de las Cortes hasta el punto que presionaron al emperador para que firmara el Estatuto Lisandrino, una carta otorgada que redujo notablemente el poder del monarca y reforzaría el poder de la nobleza imperial.

Esto transformaría al imperio en una monarquía parlamentaria donde el poder se encuentra compartido entre las Cortes, una asamblea de nobles con la potestad de promulgar leyes y dirigir la política exterior, y el emperador, quien conserva poder de veto y la capacidad de nombrar ministros. La debilidad y falta de interés político del emperador actual Stépano III no ha hecho más que reforzar el poder de las Cortes hasta el punto de convertir el Primer Ministro Imperial en el verdadero gobernante de la nación.

Aunque las Cortes se han concentrado el poder de facto del Imperio, hay otra fuerza igual de poderosa opuesta a sus ambiciones políticas. La Orden de Caballeros de Ustilus ha estado históricamente opuesta a los intereses de la nobleza, considerada por ellos como cobarde y corrupta. Su popularidad entre el pueblo llano y el ejército además de su fuerza militar le han dado tal poder que actúa como un estado dentro del estado, retando la autoridad de las Cortes y obstaculizando sus intereses.

Aunque ahora no han emprendido un conflicto abierto debido a la preocupación de la Orden con la inminente llegada de su dios, la repentina desaparición de Feyn no ha hecho más llevar al poder a una facción aún más radical dentro de la orden que considera la desaparición como una prueba divina para comprobar su fe. La creciente inestabilidad dentro del Imperio y la llegada al poder de una facción Reformista en las Cortes que busca aprovechar la desaparición de Feyn para reducir las influencias religiosas del Imperio no ha hecho más que acrecentar la rivalidad entre ambos grupos y conducirlos hacia un conflicto inevitable.

Economía

Ustilus es la mayor potencia económica del continente y posiblemente del mundo entero. Su dominación de rutas comerciales y el Canal Continental le aportan gran riqueza y le dan control sobre el comercio del continente entero. Cuenta además con enormes cantidades de recursos naturales en sus dominios sureños, variando desde metales valiosos hasta cristales de chi, los cuales son uno de los recursos estratégicos más importantes a escala mundial al ser un componente imprescindible para objetos mágicos.

El imperio también controla tierras enormemente fértiles tanto en los territorios de Ustilus como las provincias de Kratoi y Thalos, permitiendo que tenga comida suficiente para sostener a su enorme población y posicionándolo como exportador neto de cereales, vinos y productos animales. Aunque su economía es enormemente poderosa y ha pasado por casi un siglo de crecimiento continuo, el control económico de tantos recursos valiosos de parte de las grandes familias nobles del Imperio limita la innovación y acrecienta las desigualdades sociales.

Otro factor que frena el desarrollo del Imperio son los límites al desarrollo de objetos mágicos y tecnológicos impuestos por la Iglesia de Feyn, la cual considera la magia como una fuerza del caos que pone en peligro su control social. Sus leyes restrictivas no han hecho más que propiciar la creación de una enorme economía sumergida de compra, venta y fabricación de objetos mágicos, la cual cuenta con la participación de numerosos nobles influyentes y sociedades secretas.

Cultura

Los Ustileses son notorios por su arrogancia y creencia que su cultura es superior a todos los demás pueblos del continente. Por este motivo los Ustileses han impuesto su forma de pensar y creencias en todos sus súbditos, persiguiendo las culturas minoritarias con el fin de lograr la unidad. El Imperio es a su vez tolerante con aquellos que se han convertido al Feynismo y comparten su ideología imperial, permitiendo así que minorías como los Jadditas puedan ascender a puestos políticos importantes siempre y cuando no se pasen de raya.

Con el fin de expandir su misión civilizadora los Ustileses han construido numerosos templos, universidades y fortalezas a lo largo de sus territorios para desarrollar sus territorios conquistados y expandir su influencia cultural. Buena parte de estos edificios destacan por su belleza arquitectónica y estilo de construcción opulente y recargado, reflejando la majestuosa fuerza del Dios de la Humanidad. Sus grandes ciudades destacan por su forma de construcción ordenada y cuidadosa además de la presencia de numerosos edificios que imitan la arquitectura del Primer Imperio.

Aunque a primera vista Ustilus parece una nación bella y culta, las extremas desigualdades sociales y territoriales hacen que esa cultura sea únicamente accesible para unos pocos. Sus grandes templos y palacios contrastan notablemente con la miseria que se vive en las provincias menos desarrolladas del sur y el centro, haciendo que muchos no se sientan identificados con la dominante cultura ustilesa.

Otra gran lacra social que permea el Imperio es la práctica de la esclavitud de las razas no-humanas, las cuales son consideradas como inferiores y siervas de la humanidad según la doctrina Feynista. Esta práctica está fuertemente opuesta por nobles reformistas pero se mantiene en pie debido a la influencia de la Iglesia de Feyn y su apoyo de parte de los grandes terratenientes de Thalos, quienes tienen a la raza hobgoblin como esclavos en sus grandes plantaciones.

Lugares importantes

Trono de Feyn

La ciudad de Trono de Feyn es la gloriosa capital del Imperio y un símbolo viviente de su devoción al Dios de la Humanidad. Rodeada por tres inmensas murallas bendecidas por Feyn mismo, la capital ustilesa es también conocida como la ciudad invencible al haber resistido cinco grandes asedios a lo largo de su historia de parte de sus más temibles enemigos, pasando desde los Rakashitas hasta la Legión Hobgoblin.

Las murallas separan también las diferentes clases sociales que viven en la capital, aislando así el centro de la ciudad donde reside la nobleza y la familia imperial de los empobrecidos barrios que se encuentran en la muralla exterior. En esta ciudad se encuentra el Palacio Imperial, el Parlamento Ustilés, la Basilica de Feyn Emperador y la sede de los Caballeros de Ustilus además del teatro y la universidad más grandes y prestigiosos del Imperio

Deverentio

Una ciudad rica y cosmopolita, Deverentio es la capital de las provincias occidentales de Ustilus y una de las más importantes del Imperio. Los habitantes de la ciudad son conocidos por su forma de pensar más abierta y liberal además de su amor por las artes, haciendo que la ciudad sea un lugar frecuente al que escapan aquellos opuestos a las autoridades Feynistas. Esta ciudad ha estado históricamente gobernada por la casa Fideli, una familia noble conocida tanto por su apoyo a causas reformistas en las Corte como su apoyo a los grandes artistas y pensadores del Imperio.

El Canal Continental

El Canal Continental es una de las rutas comerciales más valiosas de todo el continente al unificar el Mar Interior con el vasto Océano Hespéreo. A través de él pasan centenares de navíos comerciales cada día, trayendo riqueza y productos exóticos a todas las ciudades que se encuentran en sus orillas. La construcción del canal inició en tiempos del Primer Imperio y fue finalmente terminado bajo el reinado del emperador Hercleón el Arquitecto, proporcionando una enorme riqueza al Imperio de Ustilus.

Elyon

Elyon es la ciudad más antigua de todo el Ustal, datando su fundación a la llegada de los primeros colonos del Primer Imperio. Su posición estratégica en un gran puerto natural la ha convertido en la sede de la marina ustilesa en el Mar Interior, permitiendo que el Imperio pueda extender su influencia a lo largo de las tierras Temash y más allá. Debido a esto el puerto de Elyon recibe grandes cantidades de recursos naturales desde el sur que contribuyen enormemente a la riqueza de los nobles gobernantes.

Aunque esta ciudad tiene potencial de volverse rica y próspera, la enorme desigualdad social y la llegada de una nueva droga originaria de tierras Temash conocida como el Polvo de Ángel la ha convertido en un lugar de mala muerte. Mientras los nobles miran al otro lado un grupo de poderosas familias criminales se han hecho con el control de numerosas regiones de la ciudad, enriqueciéndose gracias a la droga y al tráfico de personas desde Temash y Arshalán. Los Caballeros de Ustilus han condenado la situación desesperada de Elyon en numerosas ocasiones, pero la falta de acción en las Cortes hace que el lugar no haga más que empeorar.

Rizad

Localizada en el centro del canal Continental, la ciudad de Rizad tiene las llaves de la ruta comercial más valiosa del Imperio y se ha enriquecido notablemente gracias a ello. Su posición geográfica entre el continente norte y sur ha hecho que sea una ciudad con una enorme diversidad étnica y cultural, haciendo así que hoy en día su población se conforme de Ustileses, Temash y Jadditas.

Esta diversidad ha conducido tanto a periodos de intercambio cultural como de conflicto étnico, especialmente debido al enfrentamiento religioso entre los Ustileses y Jadditas, quienes son férreos seguidores del Feynismo, y los Temash, quienes se mantienen fieles a su fe ancestral. Hoy en día los Temash se encuentran segregados en sus barrios y están frecuentemente discriminados de parte de las autoridades Ustiles, provocando un resentimiento cada vez mayor que inevitable desencadenará en un estallido social

Relaciones exteriores

Arshalán

Arshalán representa todo lo que Ustilus odia y desea destruir. No solo son infieles que veneran las falsas enseñanzas de la profeta Mekhatim, sino que además están gobernados por una raza no-humana que afirma estar elegida por sus dioses. Ambos imperios se han enfrentado en numerosas ocasiones por control de las tierras Temash y aunque Ustilus terminaría por salir victorioso, la repentina desaparición de Feyn ha dejado al Imperio en una posición de debilidad frente a este gran enemigo.

Para complicar aún más esta tensa situación los Arshalaníes han enviado numerosos misioneros a tierras ustilesas para llenar el vacío dejado por Feyn con la doctrina Mekhatimista. Ante el horror de los caballeros esta herética fe ha logrado numerosos adeptos entre las clases más bajas del imperio debido al énfasis que pone la religión Arshalaní en la igualdad, la caridad y la búsqueda de la salvación. Aunque los Mekhatimistas han sido perseguidos sin cuartel, su fe no hace más que crecer y hay una creciente preocupación que estas conversiones no son más que un primer paso hacia una inevitable invasión arshalaní.

Comunas Élficas

Los elfos son la única raza no-humana admirada y respetada por los Ustileses, quienes ven a este pueblo inmortal como seres que representan las mejores cualidades de la humanidad. Esta buena relación entre elfos y humanos existe desde tiempos del Primer Imperio, el cual mantuvo buenas relaciones con el Imperio Élfico que existió entonces.

En tiempos recientes los Ustileses han firmado varios tratados de protección con las comunas élficas vecinas, convirtiéndolas en protectorados del Imperio con el fin de extender su influencia por el centro del continente. Aunque a los Feynistas más intransigentes les desagrada el trato preferencial que tienen los elfos en el Imperio, los buenos vínculos entre los elfos y la nobleza ustilesa garantiza su posición privilegiada en un Imperio dominado por humanos.

Mazarín

Los Ustileses ven a Mazarín como poco más que un viejo enfermo obsesionado con su pasada gloria e incapaz de darse cuenta de su actual decadencia. Aunque antaño fue el gran rival al que se enfrentó Ustilus para alzarse como la única nación elegida por Feyn, sus numerosas derrotas a manos del Imperio la han sumido en un periodo de decadencia que no ha hecho más que acrecentarse con la desaparición del Dios de la Humanidad. Ahora Ustilus solo siente vergüenza al ver en qué se ha convertido su histórico enemigo y teme por encima de todo acabar de la misma manera que este miserable reino.

Shinri

Las tierras Shinri son la última frontera sin conquistar y el foco de atención de las autoridades Imperiales para expandir su influencia. Aunque a ojos de los Ustileses el pueblo Shinri no son más que paganos incivilizados obsesionados con el honor, sus numerosas victorias contra el ejército Imperial gracias a su valor guerrero y el poder de los Espíritus que veneran los ha hecho un hueso muy duro de roer.

El control Ustilés se limita a unas pocas colonias en las costas del sur de Shinri, el cual se vuelve cada vez más precario con el paso de los años debido a las constantes incursiones de parte de clanes Shinri y las numerosas crisis tanto externas como internas que han forzado al Imperio a fijarse en otros lugares.

Thas-Tapet

La relación entre Tapetíes y Ustileses se resume en una bolsa de dinero en la mano y un puñal tras la espalda. El Imperio ve a la república mercantil como un socio comercial muy útil pero a su vez traicionero, siempre dispuesta a obtener tratos preferentes y apoyando desde las sombras a sus enemigos para evitar que se hagan demasiado fuertes. La extraña religión sincretista que practican los Tapetíes trae aún más desconfianza de parte de los Ustileses, a quienes les desagrada enormemente aquello que no pueden comprender ni doblegar.

La flota Tapetí es además la única capaz de retar a la Ustilesa en una batalla naval, haciendo que ambas potencias prefieran enfrentarse de manera más sutil que a través de una guerra directa. Aunque la situación actual entre ambas naciones es tensa y desconfiada, el comercio sigue fluyendo entre las dos y tanto las casas nobles Ustilesas como los príncipes mercantiles Tapetíes prefieren la paz por encima de la guerra.