El Clérigo Celestial es un arquetipo que se asigna a criaturas que están imbuidas con el poder de los cielos y deidades superiores. Las criaturas con este arquetipo actúan como intermediarios de fuerzas divinas, volviéndose capaces de canalizar energía celestial para sanar a sus aliados, repeler a los malvados y desatar la furia de los cielos sobre sus enemigos. Un Clérigo Celestial nunca está solo en la batalla ya que siempre contará con la bendición de su patrón espiritual, manifestando así todo tipo de poderes sobrenaturales que le convierten en un poderoso adversario.
Este arquetipo puede emplearse para representar sacerdotes sagrados, ángeles, guerreros bendecidos o cualquier criatura que actúe como un campeón de la fe y de los principios celestiales. Dependiendo del nivel de Clérigo Celestial asignado estas criaturas pueden variar desde simples invocadores de bendiciones y conjuros menores hasta poderosos avatares divinos capaces de alterar el curso del combate con su mera presencia.
La criatura ha sido escogida por las fuerzas del abismo para sembrar el caos y la destrucción.
El Guerrero Infernal es un arquetipo que se asigna a criaturas que han forjado un pacto oscuro con poderes demoníacos, ganando así habilidades sobrenaturales que potencian su fuerza y resistencia en combate. Estas criaturas se destacan por su capacidad para mezclar ataques físicos con energías infernales y magia profana, lo que las convierte en enemigos formidables capaces de devastar a sus oponentes tanto en combate cuerpo a cuerpo como a distancia.
Este arquetipo se puede usar para representar campeones demoníacos, soldados de élite de legiones infernales o criaturas con fuertes lazos con entidades oscuras, como semidemonios o avatares de maldad. Dependiendo del nivel de Guerrero Infernal asignado, estas criaturas pueden variar desde soldados rasos con habilidades mejoradas hasta generales infernales expertos en el uso de armas y la magia oscura.
La criatura es capaz de canalizar la magia caótica del abismo y emplearla para alterar la realidad misma.
La criatura está elegida por un espíritu de la naturaleza o tiene esencia espiritual en su interior.